“Otra vez me pasa lo mismo…”
Paula había hecho todo “bien”: tres años de terapia, cuadernos llenos de reflexiones, límites aprendidos y heridas revisadas. Pero una tarde, frente a una decisión importante, volvió a lo de siempre: paralizarse, sabotearse, hablarse mal.
Y entonces se preguntó lo que quizás tú también te preguntas:
“¿Por qué me sigue pasando lo mismo si ya fui a terapia?”
Spoiler: no es tu culpa. Hay una parte invisible que no se sana solo entendiendo… se transforma actuando distinto.
El autosabotaje: el bucle silencioso que se disfraza de lógica
La cantidad de historias que nos contamos para seguir haciendo lo mismo, sintiendo lo mismo. Muchas personas se autosabotean con largos razonamientos que vienen de la mente, sin considerar la emoción que se esconde debajo. Entonces tienen una lista de argumentos que suelen terminar en frases como..
- “Ahora no es el momento, mejor espero…”
- “Total, seguro voy a abandonar como ya hice antes.”
- “Debo estar más preparada, quizá más adelante.”
- “En mi caso es muy difícil porque…”
Estas frases esconden una red emocional inconsciente. Según la psicóloga Lisa Firestone, el autosabotaje surge de la «voz interior crítica», una construcción mental basada en heridas pasadas que actúa como un mecanismo de defensa frente al cambio (Firestone, 2013, PsychAlive).
En otras palabras, no te estás frenando porque no quieras avanzar, sino porque tu sistema nervioso está intentando protegerte de un posible dolor conocido. Detrás de esas frases se esconde una emoción, siendo la más común el miedo. El mismo patrón. El viejo disfraz con nueva ropa.
Romper con el autosabotaje requiere más que conciencia: necesita práctica diaria y estrategias que te acompañen en lo cotidiano.
“Ya fui a terapia”: ¿por qué no es suficiente?
Terapia es luz. Es guía. Es sanación. La recomiendo cada día de mi vida y la elijo para mi también. Pero, muchas veces, se queda en lo cognitivo: me pasó preguntarle a mi psicoanalista “y cómo hago para cambiarlo?” y que la respuesta sea “no podés, es el agujero…la castración”. Me pasó que pude entender los patrones… pero seguía actuando igual. A veces con más consciencia, pero volvía a pisar el palito.
Y eso pasa porque los hábitos emocionales se graban con la repetición, no con la comprensión. Yo puedo entender muy bien desde la mente que “necesito cambiar de trabajo” porque odio el que tengo actualmente, mi jefe es un tóxico y no me toman en serio. Pero si mi hábito emocionar sigue siendo el de congelarme ante los conflictos, callarme para no incomodar o adaptarme para que me aprueben, voy a seguir atrapada en el mismo lugar, aunque tenga mil insights. Como dice el Dr. Joe Dispenza: “No puedes crear un nuevo futuro aferrándote a las emociones del pasado”.
Esto se debe a que el sistema límbico, que regula nuestras respuestas emocionales, no distingue entre una amenaza real y una anticipada desde la memoria. Por eso, aunque sepa que merezco algo mejor, si mi cuerpo está habituado al miedo, va a elegir quedarse donde ya conoce.
Un estudio publicado en “Frontiers in Psychology” (Baumeister et al., 2007) señala que la repetición de patrones emocionales activa los mismos circuitos neuronales una y otra vez, hasta que esa respuesta se convierte en automática. Ahí es cuando la comprensión ya no es suficiente: hace falta reeducar al cuerpo a través de experiencias distintas, aunque sean pequeñas.
Sanar es entender. Transformar es actuar diferente, incluso cuando la emoción se resiste.
Aquí es donde integro el coaching a mi práctica profesional como herramienta poderosa de transformación: una práctica que te ayuda a pasar del “lo entiendo” al “lo hago diferente”.
Cómo saber si estás atrapada en un patrón que ya no te sirve
Hay señales que pueden ayudarte a identificar si estás en bucle emocional:
- Sientes que avanzas… pero terminas en el mismo punto.
- Tienes claridad, pero no acción sostenida.
- Vuelves a elegir lo que ya sabes que no funciona.
- Te hablas bonito un día… y fatal al siguiente.
- Procrastinas decisiones importantes.
No le creas a los millones de coaches que te dicen “tenés que entrenar la fuerza de voluntad”. Esa es la capa superficial: es que no nos enseñaron cómo salir del modo automático emocional! Pero si quieres empezar, continúa leyendo.
Tres herramientas para empezar a romper el bucle (sí, hoy mismo)
Aquí van tres prácticas concretas que puedes usar cada día para comenzar a salir del autosabotaje:
1. Microdecisiones conscientes
Cuando sientas la duda o el miedo, detente. Pregúntate:
“¿Estoy decidiendo desde la calma o desde la herida?”
Estas microdecisiones activan la corteza prefrontal, ayudando a “reeducar” la respuesta emocional automática. Según un estudio de Tang et al. (2015, Nature Reviews Neuroscience), la práctica de la atención consciente como el Mindfulness mejora la autorregulación emocional y fortalece la conexión entre emoción y conducta.
Elegir de forma consciente desde el amor hacia ti misma y tu compromiso con autosuperarte una y otra vez, reprograma el patrón.
2. Reescribe tu narrativa interna con lenguaje coherente
Detecta frases como: “yo siempre arruino todo” o “soy muy intensa”.
Anótalas. Luego cámbialas por una versión más honesta y amable:
“Estoy aprendiendo a hacerlo distinto.”
“Puedo sentir mucho y aún así estar bien.”
Esto no es autoayuda vacía sino el gran poder transformador del lenguaje: solemos decir(nos) una cantidad de mentiras en forma de generalizaciones tales como “Es que todo me sale mal” que aunque en el fondo sepamos no son ciertas, nuestro subconsciente las cree de forma literal. Cambiar el lenguaje interno tiene impacto directo en tu identidad y por ende en como co-creas tu realidad. Según James Clear (2020, Atomic Habits), la repetición de afirmaciones basadas en acción genera coherencia entre quién eres y cómo actuás, creando un cambio más sostenible.
3. Cuida tu entorno como quien cuida una herida
Rodéate de conversaciones, espacios y personas que te eleven.
No se trata de aislamiento, sino de construir un ecosistema emocional nutritivo.
La neurocientífica Candace Pert demostró que las emociones no son solo “cosas que sentimos”, sino sustancias químicas reales que circulan por nuestro cuerpo, afectando cada célula (Pert, 1997, Molecules of Emotion). Esto significa que lo que pensamos y sentimos cambia literalmente nuestra biología. Y el entorno en el que estamos influye de forma directa en ese proceso.
Quizá estés pensando: “Pero yo vivo con alguien que me maltrata” o “no puedo cambiar a mi familia”. Y es cierto: no siempre podemos modificar el entorno de golpe. Pero sí podemos empezar a protegernos. Podés elegir alejarte gradualmente de vínculos que no te respetan, reducir la exposición emocional a quienes te hacen daño, y construir una autoestima sana y fuerte como para dejar de normalizar el maltrato.
Como dice el terapeuta Gabor Maté: “No es egoísmo poner límites; es un acto de supervivencia emocional”.
Mientras tanto, no subestimes el poder de las microdosis de inspiración. Libros, podcasts, cuentas que te eleven, voces que te reflejen algo mejor… aunque no estén físicamente en tu vida, al consumir ese contenido empezás a reeducar tu sistema nervioso. Le mostrás al cerebro que hay otra forma de vivir, de vincularte, de hablarte. Y eso, aunque parezca pequeño, es profundamente transformador.
¿Te gustaría tener estas herramientas en tu rutina diaria?
Si estás cansada de darte cuenta… pero no saber cómo cambiar, no te juzgues…respira.
Solo estás en proceso.
Con profesionalidad, amabilidad y humildad, acompañó a personas a transformar ese “ya lo trabajé” en un “ahora lo estoy viviendo distinto”.
Por eso te preparé un mini ebook gratuito donde profundizo en estas tres estrategias con ejemplos y ejercicios diarios para que puedas usarlas desde ya:
🎁 Descárgalo gratis aquí:
«3 herramientas diarias para dejar de autosabotearte y avanzar con claridad»
Es tu primer paso para dejar de repetir lo que ya no te representa y empezar a construir una versión de ti con dirección, amor propio y práctica consciente.
El cambio no viene de castigarte. Viene de sostenerte con compasión, constancia… y herramientas reales.